Pues nada tuve salvo silencio y
soledad
Siempre esperando, dejando el tiempo
llegar
Sintiendo morir mi corazón con cada
minuto pasar
Pobre riachuelo que quería ser mar
Palabras que nunca viniéronse
a dar
Siempre al abrigo de mi esperanza
Luchando contra la corriente atravesar
Máscara tras máscara ocultábame al final
Siendo roca cuando era arena en verdad
Y cuando creí que nada más podía
albergar
Que no podía permitirme ambicionar más
Que fuera de mi alcance parecía estar
Llega a mi vida un sueño convertido en
realidad
Volviendo todo lo añorado y deseado
posible, dispuesto a darse ya
Ofreciéndome un hombro sobre el que
reposar
Una mano amiga que se tiende para mi ser
liberar
Y con temor vengo a obligarme, de nuevo,
a soñar
Para dejar que mi alma pueda el cielo
tan solo rozar. ©MJRodríguez