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CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO 016
AGAINST THE VIOLENCE OF GENRE 016

NO TE LO PREGUNTES, HAZLO ¡ YA !
DON'T ASK IT, DO IT: ALREADY!

AYUDA AL NIÑ@ Y ADOLESCENTE
116111 y al 900202010

IT HELPS THE CHILD AND THE TEENAGER
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viernes, 26 de marzo de 2010

EN TUS MANOS 6º Capítulo. Èl

Jorge se debatía en preguntar o no, su mirada era insondable, su cara era totalmente distinta al jefe que yo conocía. No era tonta sabía que ahora estábamos fuera del trabajo pero era distinto, todo era diferente.
Por fin carraspeando dijo.
- ¿Bueno podré saber de tu propia boca que fue todo esto?
- ¿Qué quieres que te diga, realmente necesito decirte algo?
- Creo que sí, dijo simplemente parando el coche ya en frente de mi casa.
- ¿Me invitas a un café, o me autoinvito? Necesito hablar contigo Rebeca, ya no puedo esperar más.
Ante esa urgencia que me transmitía su voz y su mirada no pude más que decir.
- Vamos, un café no hace daño a nadie ¿no?
Subimos en el ascensor y sentía su mirada clavada en mí, mis nervios cada vez más tensos. Abrí la puerta y le di paso.
- Esta es mi humilde morada, Jorge.
El se paseó por la única sala que era mi casa, tenía un mini estudio cerca del trabajo, algo que podía pagar, pues con los gastos del tratamiento de Pilar y mis estudios era imposible que el dinero llegara a dar para más.
Él se volvió hacia mí diciéndome casi en un susurro.
- En verdad que es humilde tu morada Rebeca, ummm ¿tampoco te pago? Esto es muy, muy básico, no hay casi mobiliario, no tienes casi de nada Rebeca.
Yo no sabía dónde meterme, la verdad era que mi casa era mínima en todo, nada de mobiliario tan solo lo muy necesario. Un sofá desplegable mi cama, una mesa y un aparato de música componían mi decoración.
- Bienvenido a la realidad Sr. Ordóñez, esa a la que tú jamás habías bajado jefe.
Él miraba y abría la única puerta de la sala diciéndome.
- ¿Me supongo que esta será la habitación? Cuando abrió y vio el aseo me miró y dijo.
- Esto es ... imposible Rebeca ¿y la habitación y la cocina?, Rebeca esto no es ni lo imprescindible, esto no puede ser.
Daba vueltas de un lado a otro como animal acorralado y mesándose los cabellos, de repente giró sobre sí mismo y me enfrentó.
- Rebeca vámonos de aquí, ahora, ya!
Cogiéndome de la mano salimos hacia el ascensor y de allí a su coche. Estábamos frente a su chalet, una vivienda en la zona lujosa de la ciudad.
Pensé para mí que la diferencia era enorme, esta es la cara de la vida.
- Bienvenida a mi realidad Rebeca, dijo abriendo la verja que daba paso al jardín y a su entrada.
Todo era realmente bello, era espacioso, claro, era un chalet con su zona verde, sus decoraciones y la vivienda era magnifica. El interior era grande y diáfano, decorado sobriamente pero acogedor y bien distribuido.
Me llevó al salón y allí me preguntó.
- ¿Quieres tomar un café o prefieres un refresco?
- Un refresco estaría bien, gracias.
Tome asiento en aquel enorme sofá y allí me cobijé como un pequeño gatito ante tanta confortabilidad y lujo.
Vino sonriéndome y se sentó a mi lado, dándome el refresco.
- Bueno ahora si me dirás ¿no? Ahora debo saber mucho más que antes, espero tus palabras Rebeca.
- Yo... qué quieres que te diga Jorge, yo no me quejo de mi sueldo, es correcto, pero tengo muchos gastos y no puedo permitirme lujos.
- Pero Rebeca si no son lujos es tener lo mínimo, hasta de eso careces.
- Yo no diría tanto Jorge, esto es menos de lo que siempre tuve, pero así, más o menos, ha sido siempre mi vida, tú no puedes echarme en cara tus lujos y tu vida. Tú simplemente no crees que pueda haberla,¿ me equivoco?
- Tu silencio confirma mis palabras, tu mundo es esto y a lo que estás acostumbrado Jorge y esa es tu vida, pero hay más que esto y no puedes recriminarme por descubrirlo.
- Rebeca vale, no me tomes por un iluso, yo sé perfectamente que la gente no vive igual que yo, pero eso fue demasiado, eso no es nada Rebeca.
- Me estás ofendiendo Jorge, esa es mi vida y merece un respeto, tengo poco pero lo que tengo es mío, sólo mío, conseguido por mí misma.
Me di cuenta de mis palabras una vez hubieron salido de mi boca y baje la mirada diciéndole.
- Lo siento no quiero que pienses que soy mal educada, no quise dar a entender que tú..... y me callé silenciada por unos dedos en mis labios. Una mirada que me taladraba en sus ojos y unos labios que de repente se abalanzaron sobre los míos.
Esto empezaba a ponerse muy embarazoso, yo no sabía qué hacer, cierto que tenía alguna experiencia con los hombres pero nada trascendente, Jorge sabía cómo besar, él sabía cómo hacer crecer en mí el deseo por él.
Ante su contacto me enervaba, ante sus palabras me fundía y mis pensamientos se cerraban no dejando paso a nada, sólo mis emociones, mis sensaciones eran las que me guiaban por este laberinto en el que se había convertido este abrasador beso.
Me levantó entre sus brazos y me llevó hasta su habitación, yo podía parar esto, yo sabía que debía de pararlo, pero simplemente me dejaba llevar, necesitaba sentir que mi vida era algo más que lo mismo de siempre. Y me sentía tan bien entre sus brazos... me sentía importante, era yo quien estaba ahí, yo quien le hacía suspirar, yo quien escuchaba sus maravillosas palabras de amor. Era él el que me transportaba al mismo cielo y me dejaba vagar por aquel limbo de plenitud en el que caía y caía, eramos él y yo nada más.
A la mañana siguiente me incorporé no queriendo hacer ruido, lo tenía pegado a mí y me daba miedo despertarle y hacerme volver a la realidad a verla en sus ojos. En ese momento oyendo su respiración acompasada me sumergí en los recuerdos de esa noche, noche en que dejé volar mis sentimientos, mi ser y entregué todo lo que yo era al ser que tenía frente a mí, a él. Esa pasión arrolladora, esa entrega sin limites ni restricciones dio paso a un único ser y ahí fuimos amor en estado puro.
Cómo podría ahora mirarle a la cara, qué pensaría de mí, yo no era ninguna niña pero tampoco era una experta en este tipo de relaciones y me daba miedo, mucho miedo tirar por la borda mi trabajo, mis nuevas expectativas por esa mágica noche.
El se movió y dándome un beso me dio los buenos días, allí me tope con su mirada y mi vergüenza era mayúscula, ante mis cabilaciones susurró en mi oído.
- ¿Ahora te me sonrojas? Anoche vibrabas entre mis brazos sin ningún pudor y ahora te me acurrucas, no, no te dejaré. Eres lo más autentico que he tenido en mucho tiempo y no dejaré que dudes ¿eh?
Decía como sabiendo de mi lucha interior y tomando mí mentón lo elevó para fijar su mirada en la mía y allí supe que algo más que una pasional entrega sucedió anoche. Supe que había algo más, pero menguaba mi ser al no saber si nuestra diferente posición en la vida nos vendría a situar otra vez uno a cada lado.