Llegué a casa y busqué a mi padre, estaba seguro que me vigilaban, pero sabía que no tanto desde lo ocurrido, todavía no.
Cuando toqué la puerta del despacho de Anna me quedé helado, escuché a mi padre decir.
- No, Anna no, es tu hijo por Dios, ¿qué pretendes?
- Nada, tú sabes que esto se ha ido de las manos por su culpa, no ha sabido separar las cosas y esto trae complicaciones Robert, lo sabes.
- Sí, pero es tú hijo, ¡nuestro hijo! Repetía mi padre sofocado.
- La verdad Robert es que siempre ha sido más hijo tuyo que mío, pese a haberlo traído al mundo, nunca me identifiqué con él, nunca pude verlo más allá de un estudio. No quiero decir que en cierta manera no le quiera, por supuesto, no soy inhumana pero no es para mí igual que para otras madres.
- Anna si tan sólo le hubieras dejado acercarse, si no le hubieras tratado como algo a investigar, nunca vi en ti la necesidad de tocarle o besarle más allá de lo práctico. Y eso para él ha sido duro, muy duro, tú no sabes cómo siente, cómo se retuercen sus pensamientos hacia ti. Le has hecho sentir un bicho raro desde que nació, le has hecho creer que debía ser así y ahora te arrepientes que sea lo que tú creaste, para lo que le enseñaste.
No Anna no, no te lo voy a permitir, será por encima de mí, nues ... mi hijo y sí, lo digo muy alto es MI-HI-JO sin dudarlo, tiene lo que tiene por ser especial pero en él, yo lo sé, hay mucho más e infinitamente mejor que lo que puede llegar a demostrar detrás de esa capa de dureza en la que se envuelve, ahora ya sabe lo que es sentir y no te voy a permitir ¡entérate, no te lo voy a permitir!
- Vale Robert vale ya está bien, deja todo esto y vete que está a punto de llegar y sabes lo que debe hacer y tú estás vigilado, no tientes a la suerte.
- Anna te lo suplico, no le dejes caer, no permitas que se salgan con la suya, déjalo ir, hazlo por mí, nunca te pedí nada, nunca pedí más de lo que tú querías darme y lo acepté, pero ahora me lo debes.
Oí cómo mi padre se aproximaba a la puerta y sus pensamientos volaban con cariño, pena y duda hacia mí. Di unos pasa hacia atrás y enseguida me obligué a no pensar para hacerme el encontradizo.
- ¡Hola, Greg! ¿Ya aquí? Decía mi padre sonriendo y su mirada se fijaba en mi habitación.
- Sí papá, espera que voy a dar el informe a Anna ¿sí?
- ¿Se puede? Dije entrando.
- Sí, pasa Greg. Anna me decía levantando la cabeza de sus papeles.
- Aquí te dejo el informe, todo cerrado y atado. Pudo ser peor, pero acabó bien.
- Sí ya veo, bueno vete a descansar, sé que ha sido todo muy complicado, mañana tendremos una reunión con los mandos y hablamos.
- ¡Ah Greg! Me dijo cuando ya atravesaba la puerta.
- ¿Sí?
- ¡Cuídate mucho! En ese preciso momento me asusté, dejo vagar sus pensamientos libremente y en ellos pude ver mucho de lo que nunca pude ni llegar a intuir, vi a mi madre trayéndome al mundo, mi niñez, mis avances y entonces todo se cerró de golpe.
- Bueno, mañana hablaremos. Y siguió con su trabajo.
En ese momento estaba perplejo y no me movía, cuando la oí decir.
- Greg, cierra al salir, por favor.
Me giré y saliendo de mi asombro cerré la puerta. Ya en el corredor me dispuse a entrar en mi habitación cuando sentí tantos y tantos sentimientos en mi interior ¿dormidos, encerrados? Cuando giré la manivela encontré a mi padre con esa sonrisa suya que siempre me hacia feliz, esa que llegaba a mí como una corriente de aire fresco, ese sentimiento que me dejaba creer en mí y que ahora parecía que me enseñara un nuevo significado de la palabra madre. Y allí en el rincón más lejano de mi sentir el eco de mis pensamientos dijo, MADRE.
CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO 016
AYUDA AL NIÑ@ Y ADOLESCENTE
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