Estábamos en casa y en el vestidor, cada uno se desprendía de sus ropas cuando ya no pude por más y me volví a encararlo.
- ¿Me puedes explicar todo esto, por favor?
- ¿Qué quieres que te explique amor? Lo siento mucho, no hagas caso a mi madre ¿sí? Nos iremos pronto a Madrid y ya.
- No, no y ya. ¿Dime qué es eso de perderlo todo otra vez, qué perdiste Jorge, qué me ocultas y por qué citarme y hacerme esta proposición en tu casa? Le preguntaba señalando el anillo.
- Cielo, ¿te arrepientes de algo? Y no te oculto nada pues nada hay que contar.
- No me vale eso y no me conteste con otra pregunta, ya no Jorge, habla, cuéntame.
Me miraba perplejo ante mi determinación y sentándome con él en la cama tomó mi mano y, sin parar de dar vueltas al anillo que antes depositó allí, empezó a decirme.
- Verás Rebeca hace mucho tiempo, como unos 5 años antes de conocerte, tenía novia formal. Una chica que conocía desde la adolescencia, comencé una relación con Sandra, así se llama ella, cuando mi madre empezó a meterse se lió todo y se fue al traste, no hice nada para dar la cara por ella, pero la verdad es que mi madre tenía cierta razón en lo concerniente a la libertad que ella quería. Mi madre la descubrió liándose a mis espaldas con otro y por eso al principio vi normal que ella se inmiscuyera un poco, pero la verdad es que se pasó totalmente.
Yo le miraba y no daba crédito a lo que me decía, si sólo hubiese sido franco conmigo desde el principio yo hubiera encarado esto de distinta forma.
- ¿Pero tú sabías que tu madre me citó, y lo que me dijo?
- Sí. Respondió sin mirarme.
- ¡Esto es el colmo Jorge! Tú fuiste conocedor de todo, de lo que me ofendió y no hiciste nada. Después dejaste que me insultara nuevamente con sus comentarios y ¿aún quieres que piense que era normal su actitud?
Me estaba poniendo cada vez más irritada, ardían en mi interior tantas cosas, mis hormonas totalmente locas hacían ya de mi lo que querían y sin pensar llevé esto a una acalorada pero certera discusión.
- O sea, vamos a recapitular, tú conoces cómo me trata tu madre, la dejas que me veje todo lo que quiera, antes y después, en tu presencia y fuera de ella y encima pretendes hacerme creer que ahora sí se pasó. ¿Es esto lo que quieres decirme? Ahh y bueno, se me olvidaba, para endulzarme todo me propones matrimonio, sin avisarme de en dónde pensabas soltarme tu petición.
- Bien amor, creo que lo estás sacando todo de quicio y sí, es cierto que no te dije nada pero quería que fuese una sorpresa y en cuanto a lo que te vejó no sabía nada, ella sólo me dijo que habíais salido a charlar, que ella quería saber lo que pretendías, nada más.
Me tomaba de las manos y me apretaba hacia él, en ese momento me levanté y, cogiendo de nuevo mi bolso, me iba dirección a la puerta cuando sentí sus brazos detenerme.
- No, no te irás, no sin antes decirme qué diablos te pasa, qué ocurre Rebeca, yo sé que mi madre es insufrible, pero tampoco te he mostrado indiferencia ante ella, te he pedido matrimonio delante de ella para que supiera, como ya le dije, que no podía hacer nada, que yo era el que dirigía ahora mi vida y que no se metiese en ella. Te amo Rebeca más que a mi vida y eso ya no tiene arreglo, ni quiero que lo tenga ¿me oyes?
Y de repente me besó, me atrapó en la cárcel de sus brazos y todos los nervios, dolor y frustración se me fueron pero no podía, no, no podía dejarme utilizar de esa forma, él y ella habían jugado con mis sentimientos y no lo iba a permitir, ya no.
Le separé y mirándole fijamente a los ojos le hablé todo lo serena que pude.
- No Jorge no, de nada te valdrán ahora tus besos, tus mimos, ahora ya no. Me habéis utilizado, de distinta forma y con diferentes intenciones, pero no deja de ser lo que es y yo, a mí, me costó mucho y tú lo sabes abrirme a ti, dejar que entraras en mi mundo y en mi vida. Te dejé las puertas abiertas de par en par, sin dudas, sin preguntas y respondiendo a todo lo que tú sí me preguntaste y ahora …. no, no puedo… déjame Jorge me voy por un tiempo a Madrid, al nuevo Centro y ya hablaremos.
- No mi vida, no me dejes por favor. Decía pasando las manos por sus cabellos, estaba derrotado, era la viva imagen de la ofuscación.
- ¡Jorge escúchame! No lo voy a repetir más que una vez, me voy a Madrid como estaba previsto, de momento nada cambia en cuanto a tu proposición, pero dame tiempo, deja que digiera todo esto, dame tiempo ¿sí?
Me volvió a besar como loco, mis ojos, mis pómulos, mis mejillas para estampar sus labios en los míos en busca de respuesta. Pero está vez me mantendría firme, esta vez no sería así de fácil, no. Me jugaba todo en ello, me jugaba el fututo de una vida. No, no quería pensar más y con ese pensamiento giré y cerré la puerta detrás de mí.
Salía de la casa cuando mi móvil sonó. Era Emilia, descolgué.
-¡Hola Emilia! Contesté no muy contenta.
-¡Hola Rebeca! No cuelgues cariño, solo escúchame, Jorge te quiere con locura no hagas caso de nada, no tires por la ventana tu felicidad, iros de aquí, comenzad una nueva vida juntos en Madrid, pero no le dejes Rebeca, no cierras la puerta al amor, este cuando llega y llama hay que abrirle pues puede que no vuelva a llamar. Haz caso a esta vieja cariño, él te ama con todo su ser, no le dejes desamparado, se ha vuelto loco al saber que te ibas y me llamó, no le dejes, sé dura si quieres pero no le dejes. ¿Me lo prometes cariño?
- No te preocupes Emilia, no le dejaré, pero me han hecho mucho daño y deben de saberlo y sentirlo. A mí me duele mucho Emilia, mucho.
- Lo sé Rebeca y el ahora también, pero déjale remediarlo ¿sí? Déjale hacerlo.
- Bien Emilia te dejo que tomo un vuelo para Madrid, nos hablamos cuando llegue. Adiós.
- Adiós hija, ya te considero así, adiós y cuidaros mucho. Llamarme al llegar. Besos.
¿Llamarme? me quedé un poco sorprendida pero bueno ella estaba emocionada, ella no sabía que yo me iba sin él.
Estaba ya en el avión, acomodándome cuando sentí unos brazos agarrarme por detrás.
- ¿Amor creías que te dejaría sola? Ni un momento ya, nunca te separarás de mí, nunca ¿me oyes?, dime qué es lo que quieres y lo tendrás, dime dónde quieres que vayamos e iremos, pero no me alejes de ti, si quieres tiempo tenlo junto a mí, si no quieres dormir conmigo sólo velaré tu sueño pero no me alejes, no.
Ante sus palabras ríos de agua surcaban mis mejillas, este hombre me iba hacer perder la cabeza, este era el hombre del que me enamoré, estaba ahí yo lo supe siempre.
Me giré sobre sus brazos y le besé con pasión, tanto que los demás viajeros carraspearon y nos dimos cuenta que estábamos en mitad del pasillo bloqueando el paso.
Me sentó en un asiento, encima de sus piernas y arrullándome como a un bebé, un ¿bebé? Ahhh no le había dicho nada aún; me volvió a besar en los ojos, en las mejillas y por fin en mis labios que ahora le respondían demandantes.
- Sí amor, sí, eres mía y nunca me alejarás, dímelo ahora, dímelo ya.
- Sí cariño, sí, somos todo tuyos.
- ¿Qué quieres decir somos? Acaso me estás diciendo qué …..
Me miraba embobado con la sonrisa picarona, sabía que yo tenía claro que él lo sabía y me dijo.
- No creas que te lo pedí por él o ella amor, tocaba mi abdomen con dulzura, lo supe el mismo día que tú, se le escapó a Mario. Mario era el mejor amigo de Jorge y claro está enseguida le fue con el cuento a su amigo, ahhh ¡hombres!
- No le digas nada amor, pobre tuve que sacarle la información a base de sustos. Decía sonriendo.
- Ya más tranquilos en el sillón me acordé de Emilia: “Llamarme cuando lleguéis”.
- ¿Emilia? Pregunte o casi afirmé.
- Sí amor la llamé nada más salir de casa, estaba enloquecido te me ibas, ella me dijo que me tranquilizará que hablaría contigo y me diría. Busqué a la aliada mejor que tenía y ella me trajo de nuevo a ti.
CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO 016
AYUDA AL NIÑ@ Y ADOLESCENTE
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